Rafael Mendoza
Entra la noche a la ciudad
con húmedos cuchillos.
Da pena estar adentro
tener abrigo y cena
y sospechar que afuera
los otros se apretujan
contra un vacío inmenso.
Entra la noche a la ciudad
armada del invierno.
Y uno se siente triste
porque sabe que hoy
y las noches siguientes
la muerte, como siempre,
va andar de malas por el río.
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